lunes, 7 de agosto de 2017

Cuando se juega a ser Dios

En esta entrada os voy a hablar de dos trilogías que presentan la misma idea: el castigo que deriva del uso irresponsable y pervertido de la tecnología y de la ciencia.
Si volvemos la vista atrás en este camino de libros, veremos que este tema aparece por vez primera en Frankenstein o El moderno Prometeo de Mary Shelley. El subtítulo de esta novela romántica es esclarecedor: Prometeo era un titán que fue castigado por Zeus (o Júpiter) por haber creado al primer hombre. Y, como sabéis, el doctor Frankenstein dio vida a la materia inerte, y, aunque trató de crear a un ser maravilloso (seleccionando las partes más perfectas de distintos cadáveres), el resultado de sus experimentos no fue más que una abominación, y por ello, horrorizado, la abandonó a su suerte. De ahí la venganza y castigo de la criatura contra su creador.

Dos trilogías actuales de literatura juvenil que desarrollan el mismo tema son: La Cúpula de Julianna Baggott y Partials de Dan Wells. Ambas presentan un mundo postapocalíptico generado por científicos depravados y enloquecidos.

En el caso de Julianna Baggott, la crítica que subyace en el libro respecto a los fusionados es un recuerdo del desastre humanitario que sufrieron los pobladores de Hiroshima y Nagasaki. La misma autora lo señala en los Agradecimientos: tal horror no debe ser olvidado y el fin nunca justifica los medios. Y de ahí esta trilogía.
Tras una serie de explosiones nucleares, sólo una parte muy pequeña de la población pudo refugiarse en La Cúpula; los demás seres humanos murieron o sufrieron las consecuencias de la exposición a la radiación. Así, ahora el mundo se divide en puros (los habitantes de La Cúpula) frente a los fusionados, los que han sobrevivido a las bombas y cuyos cuerpos se fusionaron a objetos, animales... que tenían más cerca en el momento de la detonación. 
El relato se inicia con dos historias paralelas: la de Pressia (tiene la cabeza de una muñeca por mano, pues estaba jugando con ella cuando estallaron las bombas) que se desarrolla en el exterior, y la de Perdiz, un puro que vive en La Cúpula.
Pressia vive en una barbería con su abuelo (que tiene muchos problemas de salud por el viejo ventilador de aire que está fusionado a su garganta), y ahora debe dormir escondida en un armario, puesto que ya llegó su edad para ser reclutada por la ORS (una organización paramilitar de tintes fascistas que, supuestamente, se encarga de la seguridad de los habitantes del exterior).
Pese a que Pressia y todos los demás creen que los puros son unos privilegiados, lo cierto es que los habitantes de La Cúpula viven sometidos al dictado del padre de Perdiz, un científico sin escrúpulos que está dispuesto a todo por el beneficio de la ciencia, la investigación y la mejora genética de la humanidad. Perdiz se da cuenta de que su padre lo ha puesto en peligro, y, pese a que todos los puros creen que vivir fuera de La Cúpula no es seguro, decide huir porque el futuro que le espera es estremecedor. 
Perdiz se escapa de las garras de su padre. Pressia se escapa de las garras de la ORS. Y justo entonces, mientras ambos huyen, se conocen. A partir de este momento, sus historias ya van de la mano, e inician juntos un recorrido que les lleva a averiguar la verdadera explicación del Día de la Detonación, y a iniciar una lucha contra el gobierno de La Cúpula.
Una de las características que más me llamaron la atención de esta trilogía fue la brillante descripción de ese mundo postapocalíptico, respecto a los paisajes urbanos y respecto a las personas. Esto no significa que la acción del libro se ralentice. En absoluto. Es una narración muy ágil, llena de aventuras trepidantes y muy bien construidas.

Uno de mis últimos descubrimientos en literatura juvenil es esta otra trilogía, Partials (Parciales), de la que no había oído hablar hasta hace unos días. Tras consultar la opinión de los lectores en otros blogs de literatura juvenil, me decidí a leerla. Y estoy de acuerdo con ellos: es una historia fantástica.
Dan Wells nos ofrece el relato de cómo ha llegado el fin del mundo para la humanidad. Por un lado hay un supervirus, el RM, que se ha llevado por delante a un porcentaje elevadísimo de la población humana. Y al mismo tiempo es el causante de que ningún bebé sobreviva más de unas pocas horas después del parto, en consecuencia, el género humano está abocado a extinguirse. Por otro lado, la compañía científica ParaGen había desarrollado unos robots parcialmente humanos, dotándolos de habilidades para hacer de ellos supersoldados. El problema surge cuando estos parciales se sublevan contra la raza humana, dando pie a una guerra extremadamente destructiva. 
Como resultado tras la Guerra Parcial (que perdieron los humanos) y el RM, en el año 2076 sólo quedan unas treinta y cinco mil personas en el mundo, que viven refugiadas en Long Island.
La historia comienza once años después de la Guerra Parcial, y una de sus protagonistas es Mira Walker. Ella es una paramédica de dieciséis años que está dispuesta a todo por encontrar la cura del RM. Por ello se acaba enfrentando al Senado, comete traición, se sumerge en una serie de aventuras absolutamente temerarias, con tal de encontrar la salvación del género humano. Aunque, más tarde, su búsqueda se extenderá a hallar la paz, convivencia y curación de toda vida inteligente. Mira Walker es una chica que os encandilará por su inteligencia, capacidad de sacrificio, temeridad, generosidad y altruismo. Pero los personajes que la acompañan en esta odisea no se quedan atrás: Jayden, Haru, Marcus, Xochi, Samm... Todos están muy bien dibujados y perfectamente individualizados. Y las aventuras en las que participan son verosímiles, coherentes... y muy entretenidas. En conclusión, es un relato original y fascinante que os va a encantar.

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