miércoles, 4 de julio de 2018

Historias de desmemoriados

En esta entrada os voy a hablar de dos libros que parten de la misma idea: dos adolescentes que, de golpe y porrazo, pierden todos sus recuerdos.



Teri Terry plantea una historia en la que a los menores de 17 años que se convierten en delincuentes o terroristas los "reinician", es decir, les lavan el cerebro hasta olvidar todo su pasado. El problema surge cuando la operación a la que someten a los adolescentes no es del todo efectiva, como le sucede a la protagonista, que recuerda pequeños fragmentos de un pasado que no debería poder recordar, y que además le plantean muchas dudas: ¿quién era ella antes? ¿qué fue lo que hizo para que la reiniciaran? ¿era una criminal? ¿era una terrorista?

A medida que transcurre la historia, la protagonista va solucionando algunos de estos interrogantes, pero se abren otros, porque resulta que el gobierno está reiniciando a adolescentes que son inocentes o ligeramente problemáticos. De modo que Teri Terry en realidad retoma la idea que Neil Shusterman había planteado en Desconexión, y le da una solución distinta.




La otra "desmemoriada" es Sunny, la protagonista de Blackbird de Anna Carey. La escritoria se convirtió en un referente de la literatura juvenil gracias a su trilogía distópica Eve. En Eve contaba cómo, tras una guerra, la población ha quedado tan mermada que el gobierno toma medidas desesperadas: las jóvenes son encerradas en "casas de maternidad" (se convierten en máquinas de parir niños, sufriendo un embarazo tras otro a base de inseminaciones artificiales), y los jóvenes son obligados a reconstruir un mundo destruido.

Pues bien, de la distopía evoluciona en Blackbird a la novela de intriga. La bilogía comienza cuando una chica recupera la consciencia en el metro de Los Ángeles y no recuerda absolutamente nada acerca de sí misma. Como pistas tiene una mochila (en la que hay algo de dinero, spray de pimienta y una nota con un número de teléfono y una advertencia de que no puede llamar a la policía), y un tatuaje en el brazo: un pájaro negro y el código FNV02198. Uno de los aspectos que destacan los lectores acerca de la novela es el uso de la segunda persona narrativa. Es interesante pero creo que desacertado. La intención de la autora era convertir al lector en protagonista, pero no lo consigue, o por lo menos, no en mi caso. Para que hubiera mayor efectividad tendría que haber alternado esta segunda persona con otras voces narrativas, y el abuso hace que pierda eficacia.

Si os soy sincera, tanto Sin memoria como Blackbird se me hicieron pesados y aburridos (ni siquiera llegué a terminar Sin salida y, respecto a Blackbird creo que voy a dar por finalizada la lectura del mismo), pero como cada libro tiene su lector, lo que se demuestra con la gran cantidad de reseñas positivas que hay en Internet de jóvenes lectores sobre ambos, pues me animé a sumarlos a este camino de libros.

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