Javier Ruescas se ha revelado como uno de los autores juveniles más exitosos desde que publicó su opera prima, Tempus Fugit. Ladrones de almas, una novela de aventuras y ciencia ficción, en la que también hay cabida para el romance, y cuyo aspecto más interesante, en mi opinión, es el conjunto de citas introductorias al inicio de cada capítulo acerca del tiempo:
El futuro nos tortura y el pasado nos encadena. He ahí por qué se nos escapa el presente.
(Gustave Flaubert)
Lo importante no es lo que nos hace el destino, sino lo que nosotros hacemos de él.
(Florence Nightingale)
El presente sólo se forma del pasado, y lo que se encuentra en el efecto estaba ya en la causa.
(Henry Bergson)
El futuro tiene muchos nombres.
Para los débiles es lo inalcanzable.
Para los temerosos, lo desconocido.
Para los valientes es la oportunidad.
(Victor Hugo)
Y así en todos los capítulos, que, por lo demás, envuelven al lector en una aventura trepidante: una temible Plaga ha dejado en coma a numerosos adolescentes y la empresa Tempus Fugit se alza como la gran salvadora gracias sus cabinas de teleporte. En esta situación las vidas de tres jóvenes se cruzarán sin motivo aparente, pero con un destino común.
Un muchacho de otra época que sólo desea regresar a su mundo, una joven sin pasado y un ladrón de futuros intentarán comprender quiénes son y cuál es su misión antes de el que amor los arrastre y su tiempo se les agote.
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